Jesús era un amante de la verdad, y enseñaba con verdad el camino de Dios. Aun sus propios enemigos (los religiosos de la época) podían ver en sus vivencias y en sus enseñanzas un referente de la verdad; también otro aspecto era que Jesús no se cuidaba de donde hablaba y con quien lo hablaba, no era de su interés na quedar bien con sus seguidores o partidarios, ni tener un discurso complaciente sino que él cada vez que hablaba o actuaba lo hacia con la verdad a pesar que sus oyentes se resistieran a escucharlo. Dicho de otra manera no media el costo que sufriría por Su Verdad.
Otro baluarte de la verdad fue el profeta Jeremías, quien con sus profecías desafío la política de los reyes de Judá y anunció el castigo de Dios por la violencia y corrupción social. Cada vez que tuvo que proclamar palabra de Dios al pueblo y a las autoridades de la época, no vacilo en hacerlo. Al contrario por más duro que fuera el mensaje que tenía que entregar él lo hacía, sabiendo que decir la verdad era el camino correcto, aunque el costo que tenía que pagar fuera alto.
Mentir para hacer sentir bien a alguien, disfrazar la verdad o peor aún, callarla, no es la decisión correcta. Desde nuestro lugar de padres, maestros, gobernantes debemos elegir siempre decir la verdad, actuar con honestidad, ser íntegros aunque ello conlleve un momento desagradable.
La Biblia nos enseña en la tercera carta de Juan :” que no hay mayor gozo que andar en la verdad”.
El Espíritu Santo nos dá la fortaleza, el coraje para caminar, hablar y actuar con la verdad. Es nuestra la decisión de obedecer a Dios. Pero si deseamos vivir días de gozo y libertad debemos andar en la Verdad.